Descargar Un Click, Jeff Bezos y El Auge De Amazon.com PDF Gratis

Autor: Richard L. Brandt

RESEÑA DE UN CLICK, JEFF BEZOS Y EL AUGE DE AMAZON:

Una de las historias más fascinantes del mundo empresarial, la historia del hombre que está por lograr un hito de proporciones descomunales; Jeff Bezos está muy cerca de convertirse en el hombre más acaudalado de todos los tiempos y para el deleite de muchos, revela en este sustancioso libro gran parte de las aventuras que lo convirtieron en lo que es hoy en día.

Para muchos de nosotros resulta inspirador conocer más a profundidad la manera de pensar y actuar de una persona cuyo éxito ha alcanzado niveles casi insuperables. Este libro realmente aporta mucha información valiosa sobre las situaciones que llevaron a Bezos a crear Amazon.com y el proceso detallado de la creación del imperio que hoy representa.

Si te interesa desarrollar tus capacidades empresariales y de liderazgo, lo mejor será aprender de los mejores en ese campo; entonces aquí tienes una gran oportunidad para crecer de la mano de uno de los mejores empresarios de la historia.



RESUMEN DE UN CLICK, JEFF BEZOS Y EL AUGE DE AMAZON:

A continuación, veremos apartes de algunos de los capítulos del libro para hacernos una idea de qué se trata y qué ideas quiere presentar el autor.

Un click no es suficiente

El 22 de septiembre de 1994, dos meses después de constituir amazon.com y diez meses antes de lanzar la empresa al mercado, Jeff Bezos decidió aprender a vender libros. Hizo un curso patrocinado por la Asociación Americana de Libreros sobre cómo abrir una librería. Un grupo de entre cuarenta y cincuenta aspirantes a libreros, desde jóvenes que querían empezar hasta parejas jubiladas con una segunda carrera en mente, asistieron al curso de cuatro días en el hotel Benson de Portland. Participaron en ponencias sobre temas como las operaciones financieras relacionadas con las librerías, la atención al cliente y la gestión de inventarios. Uno de los profesores era Richard Howorth, propietario de Square Books de Oxford (Misisipí).

Howorth es un fanático del servicio de atención al cliente (que resulta ser la única forma de competir con amazon.com y las cadenas de tiendas hoy en día). Para recalcar la importancia de tal servicio, les contó la historia de su ejemplo más extremo en cuanto a atender a un cliente se refiere. En una ocasión, uno de los responsables de la tienda subió al despacho de Howorth para decirle que una clienta tenía una queja. Éste bajó tranquilamente para ver cuál era el problema. La clienta le dijo, enfadada, que había aparcado el coche enfrente de la tienda y que la suciedad de los tiestos de los balcones del local había caído no se sabía cómo, encima del vehículo. Entonces, Howorth se ofreció a lavárselo. Subieron al coche y se dirigieron a una estación de servicio con túnel de lavado. Pero estaba cerrada por reformas. Ella se enfadó aún más. Dadas las circunstancias, Howorth sugirió ir a su casa, donde cogió un cubo, jabón y una manguera, y lavó el automóvil él mismo. Mientras lo llevaba de vuelta al establecimiento, la actitud de la clienta cambió. Se volvió de lo más amable. De hecho, regresó a la tienda más tarde ese mismo día y se llevó un montón de libros.

Jeff descubre internet

David Shaw acabó siendo quien puso a Bezos en el camino que le condujo a su oportunidad. En 1994, pidió a Bezos que echara un vistazo a eso que estaba en boca de todos, algo llamado «internet». Era una tecnología que parecía ir de la mano de elementos que podrían crear oportunidades para una compañía que utilizaba las redes informáticas para realizar transacciones de acciones.

Hasta entonces, internet había sido utilizada principalmente como una red que permitía el intercambio de información entre universidades, laboratorios de investigación e instituciones gubernamentales. Un paso clave hacia el cambio se dio en 1990, cuando Tim Berners-Lee creó el primer navegador de internet, llamado World Wide Web. Otro se produjo en 1991, cuando internet se abrió al uso comercial por primera vez. Pasaron varios años más hasta que estos cambios se afianzaron y fueron conocidos por el público en general. En 1993, un grupo de la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, subvencionado por el gobierno, creó una nueva generación de navegadores denominada Mosaic, una maravillosa aplicación basada en gráficos. Al año siguiente, un astuto empresario capitalista, John Doerr, decidió reclutar a un brillante joven, Marc Andreessen, del equipo de Mosaic en Illinois, para que se trasladara a Silicon Valley y montara una empresa de navegadores. Ese mismo año la compañía, Netscape, lanzó su navegador, Navigator.

Shaw decidió que internet tenía futuro y le encomendó a Bezos la tarea de encontrar oportunidades en esa área. En la primavera de 1994, Jeff empezó a investigar en internet, y se quedó impresionado con lo que encontró. En primer lugar, dijo que dio con un importante dato estadístico: ¡internet estaba creciendo un 2.300 por ciento al año! «En general, las cosas no crecen tan de prisa. Era sumamente inusual, y eso me hizo empezar a pensar qué tipo de plan de negocio podría tener sentido en el contexto de ese crecimiento.»

¿A qué llamas librería?

Los planes de Bezos de ir más allá de los libros empezaron un año antes de que los conociera la mayoría. Hacia finales de 1998, Bezos había demostrado que su modelo en línea era capaz de competir con las librerías físicas, por lo menos en términos de ventas, si no de rentabilidad. Con seiscientos empleados en esa época, sus ingresos anuales ascendían a 375.000 dólares por trabajador. Los veintisiete mil empleados de Barnes & Noble generaban menos de un tercio de esa cifra todos juntos. Desde que Bezos abrió la tienda en 1995, las ventas se habían duplicado cada 2,4 meses, de media. A finales de 1998, las ventas seguían creciendo un 300 por ciento anual, en comparación con el 10 por ciento de Barnes & Noble. La página también era capaz de rotar su inventario dos docenas de veces por año, en comparación con las tres que lo hacía Barnes & Noble.

Ahora estaba listo para hacerse cargo de algo más que libros. En junio de ese año, tras meses de planificación, Bezos estrenó una tienda de música para vender CD bajo el mismo patrón que estaba usando para vender libros. Tenía una base de datos de 125.000 títulos que la gente podía comprar, diez veces el número de títulos que la mayoría de tiendas físicas de música podían ofrecer, y se hacían descuentos de hasta un 40 por ciento. La página incluía reseñas profesionales y de los clientes, una lista de los más vendidos, novedades musicales, recomendaciones y una lista de «básicos» para los coleccionistas. También ofrecía clips de sonido de 225.000 canciones.

Con ese anuncio, Bezos reveló su verdadera ambición. «Nuestra estrategia es convertirnos en un destino de comercio electrónico —admitió—. Cuando alguien piense en comprar algo en línea, aunque sea algo que no tengamos, queremos que acudan a nosotros. Queremos facilitar que la gente conectada encuentre y descubra en línea las cosas que quisiera comprar, aunque no seamos nosotros quienes las vendamos.»

Con la cabeza en las nubes

Cuando Netflix descarga las películas que quieres en tiempo real en tu casa, los programas son enviados a través de ordenadores de Amazon. Netflix no puede permitirse (al menos, no por ahora) adquirir toda la infraestructura informática necesaria para cargar películas en tiempo real y emitirlas a miles de clientes en cualquier momento. Por eso, alquila ordenadores de la amplia reserva de Amazon a un precio de algunos peniques por minuto para realizar las tareas, aprovechando todos los recursos informáticos que requiera en cualquier momento. Todo forma parte de un sorprendente negocio de la minorista en línea, llamado Amazon Web Services, que es parte de una tendencia más amplia conocida como computación en la nube (cloud computing). Servicios como éstos reportan 500 millones de dólares anuales en ingresos a Amazon.



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